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Ana Julia Quezada, 19 meses después del asesinato del niño Gabriel

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España. – Vestida de blanco y con el gesto serio que la hacen ver envejecida, en comparación a las imágenes que se mostraban en la prensa durante los doce días de búsqueda de Gabriel Cruz y después de saberse el trágico final del niño de ocho años, en febrero del pasado año, Ana Julia Quezada está sentada en el “banquillo de los acusados” en un juicio en el que siete mujeres y dos hombres, como jurados, decidirán su futuro.

El horror que provocó el caso en España es porque Quezada se unió a la búsqueda del menor mientras a la vez consolaba a su esposo, padre de Gabriel.

El rastro del niño se perdió el 27 de febrero del 2018 en la pequeña población de Las Hortichuelas, a pocos kilómetros de las playas del Cabo de Gata de Almería, después de haber estado en casa de su abuela.

En la búsqueda de Gabriel, hijo único de padres separados, se desplegó un gran dispositivo que incluyó parientes, amigos y personas que no lo conocían, pero que se unieron al dolor de sus progenitores.

Su cadáver finalmente se encontró en el maletero del coche de nada más y nada menos que de Quezada, cuyas pistas dieron con los restos tras las sospecha unos días antes.

Fue encontrado con síntomas de haber sido asfixiado, según la documentación judicial.

Según los medios españoles, Quezada, de 45 años, nació en el paraje Los Rincones de Cabuya, de la provincia La Vega, en República Dominicana, y emigró a España en 1995.

Se instaló en Burgos, al norte de España, junto a una hija. Posteriormente se casó y tuvo otra niña.

La mayor de ellas falleció en 1996 al caer desde una ventana de una vivienda de Burgos a un patio interior, un caso que se cerró como una muerte accidental. Años más tarde se mudó al sur donde conoció al padre de Gabriel.

En un video difundido por el medio Espejo Público, se ve y escucha a Quezada admitir que mató a Gabriel y qué la empujó a cometer el crimen.

Expuso, entre llantos, que todo empezó cuando vio a Gabriel con un palito y le dijo: “ven, sube conmigo al coche que voy un momento a Roldaquilar y luego te traigo“.

Agrega que luego: “yo estaba en el salón y veo a Gabriel con un hacha, le dije a Gabriel, dame el hacha”.

Dice que el menor le contestó: ¡”No! No te la doy que siempre me estás mandando. Y yo no quiero que me mandes, que eres fea. que yo quiero que dejes a mi padre. Que yo quiero que mi padre se case con mi madre y que te deje a ti. Que tienes la nariz muy fea, que yo no te quiero”. Que no sé qué”.

Señaló que con la intención de que se callara, le tapó la boca y la nariz, aunque no recuerda con exactitud durante qué tiempo permaneció parándole la respiración.

“Cuando ya dejó de chillar y todo, le quité la mano de la boca y me acuerdo, sí, que cuando le quité la mano ya el niño no respiraba”, dijo Ana Julia Quezada.

Con el cadáver del menor en el suelo, al percatarse de que Gabriel no respiraba, salió a fumar varios cigarrillos. ¡Qué le voy a decir yo a Ángel! Que le he quitado lo más grande que tiene. Entonces se me ocurre, veo por allí un hacha y digo, “pues lo entierro aquí al niño”.

La Fiscalía pide para ella prisión permanente revisable, la máxima condena que contempla la ley española.

 

 

 

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