Por: Ricky Noboa
En nuestro país abundan negociantes disfrazados de deportistas, que juegan en sus funciones diligénciales al activismo político logrando prebendas de Estado; ni hablar de su conexión económica con empresarios privados y financieros.
Ejercen con perpetuidad bajo el escudo del deporte la doble moral de su práctica, usando como trampolín sus ofertas a gobiernos tras gobiernos por la apetecible proyección del deporte.
Es irresponsable y vergonzoso que la práctica aplicada en la industria del béisbol dominicano sea de forma irregular e ilegal, usando a niños menores de edad para buscar dólares en perjuicio de su salud y educación.
El pre contacto verbal con menores peloteros que sueñan con una firma es abusivo, porque no están fisiológicamente maduros física y mentalmente; luego nos acusan cual Pilatos desacreditando nuestra imagen beisbolera, cuando son los principales estimuladores del dopaje y la deserción escolar, exigiendo en la inmadurez de estos niños un mayor rendimiento.
Los responsables de esta práctica criminal debemos enfrentarlos cual mafia representan, tratando de obstruir una nueva Ley del Deporte que no los regule sin consecuencias. Protejamos a nuestros menores peloteros desde el Congreso Nacional dominicano.