
Noruega. – Mirando las publicaciones de Instagram en su teléfono, Ingebjørg Blindheim, de 22 años, explica por qué recibió el apodo de «salvavidas».
«Veo a muchas personas que quieren morir», explica la joven noruega. «No puedo ver a alguien decir que se va a suicidar e ignorarlo».
Ayudar a usuarios suicidas de Instagram no es un papel que Blindheim hubiera elegido. Ella no trabaja para la red social y nadie le paga por lo que hace.
Tampoco está formalmente cualificada para ofrecer ayuda, ya que no recibió capacitación en salud mental.